Hace unos días te contaba sobre autores y artistas que fueron y han sido grandes referentes en mi desarrollo profesional como escultor.
Te contaba sobre mi primera etapa formativa en Sevilla y primeras experiencias en Italia.
También, te contaba cómo ese aprendizaje continuo y el desarrollo de ideas y conocimientos técnicos y prácticos inspiró mi carrera profesional hacia lo que he ido haciendo a lo largo de los años; empezando en la escultura religiosa (imaginería) pasando por la escultura civil, y pequeñas esculturas en plata con mi colección de joyas, así como trabajando en proyectos dentro de la remodelación y la restauración de fachadas y edificios históricos.
Por eso, hoy quería seguir contándote sobre otros grandes referentes y momentos que me sirvieron de inspiración y acompañamiento profesional; momentos especiales y memorables de mi etapa italiana.
El arte de Bernini y la Toscana
El contacto con mis compañeros en la Academia de Bellas Artes marcó una gran diferencia. Ese contacto continuo y estrecho con arquitectos especialistas en Bernini, además de con restauradores como José María Rodríguez Acosta.
Mi estudio en aquella época tenía un claro foco hacia las obras de Bernini, uno de los grandes escultores, arquitectos y pintores italianos. Bernini es mi eslabón entre la barroca Sevilla y la grandiosa Roma inspiradora. Mi implicación técnica y su desarrollo es lo que me lleva hasta Carrara, al noroeste de la Toscana, Italia.
Carrara y Pietrasanta (Lucca) ha sido desde hace siglos un lugar de máximo interés, de donde se extrae un precioso y único mármol blanco. Por ejemplo, obras como el David de Miguel Ángel se hicieron con este mármol, los más grandes frecuentaron este enclave… como Buonarroti o Bernini, y recientemente Botero e Igor Mitoraj, entre otros.
Este desplazamiento hasta Carrara se basa en un doble aprendizaje: por un lado, teórico conceptual; por otro, técnico y desarrollo práctico. Es así como mi beca coge forma con este estudio de las obras de Bernini compaginándolo con la realización técnica en las canteras de Carrara.
Esa realización técnica nos permitía adquirir un conocimiento y una formación tanto de los bloques, como de las canteras y del blanco estatuario, así como para la ejecución de piezas. Más allá de su uso técnico, también se adquiere una perspectiva sobre su adquisición como material y herramienta.
Así es como los viajes continuos a Pietrasanta, que es la meca de todos los escultores, fue continuo. Allí conocí la obra de Igor Mitoraj, de Fernando Botero y la realidad de la escultura a través de Roberta Giovanini y sus trabajos con estos grandes contemporáneos a través de su desarrollo escultórico en formatos de hasta cinco metros de altura. Una persona mágica, maravillosa y de gran calidad humana.
Aparte de la obra de Bernini, me gustaría también destacar la Galería Nationale del Bargello, en Florencia. Allí conocí en persona una variedad de obras que hacía tiempo perseguía desde un punto de vista conceptual como las de Luca Della Robbia, Donatello y Nicola Pisano.
Más tarde, vino el contacto con autores como el escultor alemán Tilman Riemenschneider y con mis compañeros de la Academia, que continúa en la actualidad.
Una fuerza que impulsó aquella beca en Italia y ese gran desarrollo intelectual que supuso en mi carrera, constante y definitivo.
-M.López